"La familia es siempre una escenificación. La feliz convivencia, sólo una ficción" (Mariana de Althaus)
Después de un tiempo me encuentro de nuevo con este artículo hecho a Mariana de Althaus dramaturga por su libro Dramas de Familia, en la revista "El Buen Salvaje" y se titula "Lazos de Sangre" de dónde estoy tomando el nombre para mi reflexión.
Y es que la familia es a veces lo que queremos creer sobre ella; la vida misma, la historia que nos contamos sobre ella, o lo es la totalidad de la realidad, una constante ficción para estar engañados y no mirar aquello que nos molesta o estorba, nuestra sombra o los secretos y desdichas familiares, historicidades que vienen antes que nosotros pero que se entremezclan con nuestra historia y la tiñen para bien o para mal. La convivencia amorosa y respetuosa es algo que requiere de mucho esfuerzo y mucha capacidad de transformación, no se da espontáneamente con los lazos de sangre, es algo que requiere dedicación y reflexión día con día. Por otro lado, el vínculo no ata ni asfixia, sino sostiene y contiene, y esto es importante que pueda darse por parte de los adultos hacia los menores, y no al revés, lo que constituye en una tergiversación de roles entre generaciones y es uno de los aspectos que más enferma, los "bebés-padres". Esto habla mucho del tipo de vínculos que existen en la trama familiar y lo que podemos buscar transformar lo cual es responsabilidad enteramente de los adultos o figuras parentales para bienestar de todos los miembros, entendiendo que es necesario un ambiente amoroso, acogedor pero con una ley bastante clara y delimitada.
Dicen que existe una gran diferencia entre la realidad y la fantasía, entre lo que parece y lo que es, pues a veces no es tan fácil discernir entre una y la otra. Casi nada de lo que parece es, sino miremos la publicidad, que nos hace creer que podemos ser felices, o populares o exitosos sólo porque tenemos o compramos algo de lo que nos terminan haciendo creer es imprescindible para nosotros. Y vemos así muchas personas buscando parecer ser felices cuando en realidad no lo son, sólo porque demuestran algo o poseen algo que se supone los hace felices, ¿acaso eso no es ese el mayor de los delirios? El internet y las redes sociales no están exentas de dicho espejismo, estar pendientes de los teléfonos inteligentes para estar al tanto de la última novedad sin ninguna capacidad de espera. Los restaurantes están llenos de personas que se sientan a "dialogar" con su celular, estando sólos pero también acompañados y hasta los niños o niñas, tienen uno o les prestan uno para que tengan "algo que hacer", a esto sumemos todos los aparatos tecnológicos que están surgiendo cada día como la Tablet y otros, lo que nos da la ilusión de estar conectados con los demás cuando en realidad la conexión es una capacidad emocional o del alma y no parte de ningún aparato tecnológico que simplemente busca facilitar el recibo y envío de mensajes.
Colocar la mejor foto para aparentar estar muy bien, cuando en realidad como todos los seres humanos a veces uno se siente bien y a veces no; o a veces se sabe lidiar con algo o a veces no, como las relaciones, como el trabajo, como los hijos, hijas y la familia, ¿no es esta otra forma de engañarnos a nosotros mismos y a los demás?
Colocar la mejor foto para aparentar estar muy bien, cuando en realidad como todos los seres humanos a veces uno se siente bien y a veces no; o a veces se sabe lidiar con algo o a veces no, como las relaciones, como el trabajo, como los hijos, hijas y la familia, ¿no es esta otra forma de engañarnos a nosotros mismos y a los demás?
"Luego de la segunda guerra mundial, nada más al comenzar la explosión teconológica, este fenómeno ya había sido resaltado: el 40% de los jóvenes austríacos , pertenecientes a un país vencido, se dejaban llevar a la deriva, sin objetivo, mientras que el 80% de los jóvenes estadounidenses, ciudadanos de un país vencedor, estimaban que la vida no tenía sentido. Entonces se habló de un vacío existencial que estos jóvenes colmaban mediante la búsqueda de placeres inmediatos o mediante el descubrimiento de sucedáneos de sentido hallados al entrar en sectas o en comunidades extremistas." (Cyrulnik, 2004)
La teconología tiene aspectos sumamente interesantes y valiosos pero utilizados sin ética y mesura, pueden ser muy peligrosos.
La teconología tiene aspectos sumamente interesantes y valiosos pero utilizados sin ética y mesura, pueden ser muy peligrosos.
Nunca ha sido tan difícil como hoy construir una familia, " Los vínculos biológicos son unas ramitas frágiles al lado de las férreas raíces en las que se cimienta un hogar y de las que brotan los secretos y florecen los conflicto" Y esto entre otras cosas porque nunca ha sido tan difícil poder construir vínculos que sostengan y que nutran, porque lo que se alienta constantemente en nuestra sociedad es la competividad, las apariencias, el éxito y el dinero. No hay espacio para los proyectos comunitarios o compartidos, si algo no da dinero, es una pérdida de tiempo. Por ello, jugar, reunirse, pintar, tocar música, comer comida saludable, meditar, escribir poesía, leer, pues no es algo necesario ni urgente, hay que trabajar para ser exitosos, comprar muchas cosas y tener la ilusión de que somos felices y construimos familias felices. No hay nada más irreal y poco sano que eso.
Provengo de una familia, atiendo familias, que además están insertas en esta trama social y veo tanto sufrimiento y soledad en todo eso, en todo ese vacío, esa compulsión por hacer todo rápido y por el dinero en desmedro de los vínculos y el disfrute, la espontaneidad, el olvido del real sentido del vivir, de lo que es realmente la vida, seguramente yo también no lo he sabido por mucho tiempo.
La madre tiene una carga muy fuerte buscando hacer tantas cosas para cuidar a sus hijos e hijas, trabajar y estar con el marido que está abrumada y finalmente huye y se desconecta, el hombre se siente también tan presionado por todo lo que tiene que hacer y también termina huyendo el trabajo se convierte en una esclavitud a veces sino también un escape de la vida. Y aunado a eso los secretos o historias sin sentido o confusas, esperando ser desenmarañadas, para darle un sentido a la trama familiar, pues la madeja se hace cada vez más grande, el nudo se enreda más.
Todos y todas estamos enfermos hoy en día, sino que no nos damos cuenta, los niños y niñas o personas que hacen síntomas son los que más conectados están con esta realidad y buscan hacer evidente ese sufrimiento con su fragilidad, buscan generar un cambio; ellos son los que más saben sobre lo que está pasando, escuchemos su gran sabiduría. Hay que tener una gran humildad y grandeza de corazón para poder reconocer que un hijo o una hija puede entender mejor una situación personal y familiar que ambos padres o que toda una familia, esto suele pasar muy a menudo. La sabiduría es un don del alma, no es algo que se estudia ni se aprende, se desarrolla con esfuerzo y no está relacionada a la edad necesariamente ni al estatus económico ni educativo. Si los adultos abrimos nuestra mente y escucha a esta oportunidad de sanar todo empezará a cambiar, a curarse, habrá una oportunidad de sanación individual, familiar y colectiva. La enfermedad no es algo inherente al ser humano, sino la luz y claridad, el amor y la protección de nosotros y los que queremos, busquemos conectar con esa parte de nuestra esencia y naturaleza propia de todo ser vivo. Todos y cada uno de nosotros en el fondo sabemos lo que tenemos que sanar, y la forma cómo tenemos que hacerlo, escuchémonos, escuchémos, nuestros síntomas, dolores, tristezas, sueños, nuestras acciones sin sentido, nuestras desconexiones nos dicen mucho sobre cómo salir de ellas, dialoguemos con ellas, con todos los personajes que nos habitan y que no aún no tienen una presencia clara en la mente y corazón de cada uno de nosotros y por eso divagan y nos hacen sufrir. No tengamos temor de pedir ayuda, si cada vez pedimos más ayuda, nos estamos haciendo cargo de nosotros mismos y estamos abriendo nuevamente la ventana a la esperanza, a la solidaridad, al amor de otro, pues es el amor que nos cura y es que estamos muy faltos de amor, amor verdadero y respeto hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia nuestra tierra, ella también está sufriendo.
"Siempre he sabido cosas que no sé que sé" (A. H. Homes)
Tal vez es momento de dejar de representar la escena y de que caigan las máscaras, abriendo paso a lo real de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de la sociedad, de la relación que tenemos con nuestro planeta y busquemos conectar con la verdadera esencia y sentido de todo ello.
Bendiciones,
Adriana
Bendiciones,
Adriana
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