miércoles, 22 de mayo de 2013

SOBRE EL DEVENIR MASCULINO Y FEMENINO



“Es indispensable dejar en claro que los conceptos de «masculino» y «femenino», que tan unívocos parecen a la opinión corriente, en la ciencia se cuentan entre los más confusos y deben descomponerse al menos en tres direcciones. Se los emplea en el sentido de actividad y pasividad, o en el sentido biológico, o en el sociológico. El primero de estos tres significados es el esencial, y el que casi siempre se aplica en el psicoanálisis. A eso se debe que en el texto la libido se defina como activa, pues la pulsión lo es siempre, aún en los casos en que se ha puesto una meta pasiva. El segundo significado, el biológico, es el que admite la más clara definición. Aquí, masculino y femenino se caracterizan por la presencia del semen o del óvulo, respectivamente, y por las funciones que de estos derivan. La actividad y sus exteriorizaciones colaterales (mayor desarrollo muscular, agresión, mayor intensidad de la libido) suelen, en general, ir soldados con la virilidad biológica; pero no es un enlace necesario, pues existen especies animales en las que estas propiedades corresponden más bien a la hembra. El tercer significado, el sociológico, cobra contenido por la observación de los individuos masculinos y femeninos existentes en la realidad. Esta observación muestra que en el caso de los seres humanos no hallamos una virilidad o una feminidad puras en sentido psicológico ni en sentido biológico.” 

Esta cita resulta útil para entender el sentido específico de las teorizaciones de Freud acerca de la diferenciación sexual en el psicoanálisis. La líbido se define como masculina, en el sentido de que es siempre activa, pero no quiere decir que busque a un objeto femenino, en armonía natural. Por el contrario, da a entender que una mujer tambien ama de un modo activo, sea su compañero sexual hombre o mujer. Es decir la líbido es activa para los dos sexos. Lo que sí es diferencial es la meta, la forma de satisfacción. Si es pasiva es femenina. No obstante, como lo aclara Freud, tampoco resulta sencillo encontrar tipos “puros” de masculinidad o femineidad, estos son más bien estereotipos simples o modelos ideales que no contienen en su totalidad la compleja realidad subjetiva de cada cuerpo y sus modos de satisfacción sexual. En ese sentido, Freud siempre se defendió de los ataques “feministas” en relación a la teoría del falo. En esos casos, no fue leída en el sentido psicoanalítico, sino en el sentido “sociológico” (lo que hoy en día llamaríamos una postura de “género”). Por último, resulta peculiar y significativo al respecto que, en el sentido biológico, Freud se atiene a la diferencia semen-óvulo y no a los llamados caracteres “secundarios” sexuales: pene-clítoris, vagina, pechos.



S. Freud, en “Tres ensayos de teoría sexual”, (1905), Nota de 
1915.

Fuente Intrapsi Psicoanálisis

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