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Una rutina organizada y los mensajes coherentes hacia el niño con relación a esta, así como las reglas claras, lo que está permitido o no, favorecerán que el niño o niña se sienta protegido, contenido y seguro. Pudiendo así tener la posibilidad de regularse y organizar sus actividades de manera estructurada, lo que se traduce en un orden de su mundo interno, inclusive la regulación de su sistema nervioso y aspectos fisiológicos a través de horarios y rutinas claras, para levantarse, comer, dormir, etc. Esto permitirá el autocontrol, el favorecimiento de su autonomía y madurez emocional, así como desarrollo integral óptimo, pudiendo continuar con su crecimiento pudiendo ya en la adolescencia tener más autonomía e independencia y organización con sus tareas y actividades, pudiendo llegar a ser un adulto organizado y flexible al cambio y a las exigencias correspondientes a esa etapa de la vida.
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