Escucharnos, darnos cuenta de cómo nos sentimos, a veces que algo no nos deja seguir, algo que nos duele, podemos decirlo, podemos gritarlo a los cuatro vientos y podemos buscar liberarnos de aquello para poder continuar nuestra marcha, fortalecidos con la seguridad de que llegaremos a dónde querramos llegar. Pedir ayuda no es de los débiles, sino lo es de los más fuertes y valientes.
Un abrazo,
Adriana
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