Siempre está ahí la cólera, como un río subterráneo como un caudaloso torrente, es parte de nuestro sentir, de nuestra vivencia, de lo que nos dolió o lo que nos hizo daño, de lo que no tenía que ser tal vez. Si la negamos el caudal de ese río se hará cada vez más intenso y fuerte arrastrando todo a su paso, alejándonos del amor y la plenitud. Si la invitamos a sentarse y tomar un té con nosotr@s, la miramos de frente, le increpamos y la comprendemos, podremos transformar esa energía del dolor en hermosa energía creadora y de amor, de fortaleza. Invita a sentarse a tu cólera a dialogar contigo a vér qué te dice, sobre tí, no tengas miedo, abrázala, reconfórtala, llórala si quieres y luego déjala ir.
~ Adriana
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