~Cuento de Charles Perrault, 1697
Quiero compartir con ustedes cada cierto tiempo diferentes cuentos y mitos
que nos habitan a cada uno de nosotros y nosotras, hombres y mujeres, cuentos que son parte de nuestra historia
individual y colectiva, y la de nuestros antepasados. Historias que representan pequeñas o grandes esencias internas femeninas
y masculinas y de nuestras relaciones, aspectos buenos y malos, heridas que hay
que sanar, así como fortalezas y posibilidades.
Porque desentrampar nuestros mitos nos permite desentramparnos a
nosotr@s mism@s y afrontar las
situaciones de vida desde la luz y el presente, alejando los fantasmas del
pasado.
Barba Azul
Hay un
trozo de barba que se conserva en el convento de las monjas blancas de las
lejanas montañas. Nadie sabe cómo llegó
al convento. Algunos dicen que fueron
las monjas que enterraron lo que quedaba de su cuerpo, pues nadie más quería
tocarlo. La razón de que las monjas
conservaran semejante reliquia se desconoce, pero se trata de un hecho
cierto. La amiga de mi amiga la ha visto
con sus propios ojos. Dice que la barba
es color azul añil. Es tan azul como el
oscuro hielo del lago, tan azul como la sombra de un agujero de noche. La barba la levaba hace tiempo uno que dicen
era un mago frustrado, un gigante muy aficionado a las mujeres, un hombre
llamado Barba Azul.
Dicen que
cortejó a tres hermanas al mismo tiempo.
Pero a ellas les daba miedo su extraña barba de tono azulado y se
escondían cuando iba a verlas. En un
intento de convencerlas de su amabilidad, las invitó a dar un paseo por el
bosque. Se presentó con unos caballos
adornados con cascabeles y cintas carmesí.
Sentó a las hermanas y a su madre en las sillas de los caballos y los
cinco se alejaron a medio galope hacia el bosque. Pasaron un día maravilloso cabalgando mientras
los perros que los acompañaban corrían a su lado y por delante de ellos. Más tarde se detuvieron bajo un árbol
gigantesco y Barba Azul deleitó a sus invitadas con unas historias deliciosas y
les obsequió manjares exquisitos.
Las
hermanas empezaron a pensar “bueno, a lo mejor este Barba Azul, no es tan malo
como parece”. Regresaron a casa
comentando animadamente lo interesante que había sido la jornada y lo bien que
se lo habían pasado. Sin embargo, las
sospechas y los temores de las dos hermanas mayores no se disiparon, por lo que
éstas decidieron no volver a ver a Barba Azul.
En cambio, la hermana menor pensó que un hombre tan encantador no podía
ser malo. Cuanto más trataba de convencerse,
tanto menos horrible le parecía aquel hombre y tanto menos azul su barba.
Por
consiguiente, cuando Barba Azul pidió su mano, ella aceptó. Pensó mucho en la proposición y le pareció
que se iba a casar con un hombre muy elegante.
Así pues, se casaron y se fueron al castillo que el marido tenía en el
bosque.
Un día él
le dijo:
-Tengo que
ausentarme durante algún tiempo. Si
quieres, invita a tu familia a venir aquí.
Puedes cabalgar por el bosque, ordenar a los cocineros que preparen un
festín, puedes hacer lo que te apetezca y lo que desee tu corazón. Es más tienes, aquí mi llavero. Puedes abrir
todas las puertas que quieras, las de las despensas, las de los cuartos de
dinero, pero no utilices la llave que tiene estos adornos encima.
La esposa contestó:
-Me parece
muy bien, haré lo que tú me pides. Vete
tranquilo, mi querido esposo, y no tardes en regresar. Así pues, él se marchó. Sus hermanas fueron a visitarle y tuvieron
por saber qué quería el amo que se hiciera en su ausencia. La joven esposa lo dijo alegremente.
-Dice que
podemos hacer todo lo que queramos y
entrar en todos los lugares menos en uno, pero no sé cuál es. Tengo la llave, pero no sé a qué puerta
corresponde.
Las
hermanas decidieron convertir en un juego la tarea de descubrir a qué puerta
correspondía la llave. El castillo tenía
tres pisos de altura con cien puertas en caa ala, las hermanas fueron de puerta
en puerta y se divirtieron muchísimo abriendo las puertas. Detrás de una puerta estaban las despensas de
la cocina; detrás de otra toda suerte de riquezas y todo parecía cada cual más
prodigioso. Al final, llegaron al sótano
y al fondo del pasillo, se encontraron con una pared desnuda.
Estudiaron
desconcertadas la última llave, de los adornos encima.
-A lo mejor
esta llave no encaja en ningún sitio.
Mientras lo
decían, oyeron un extraño ruido.
Asomaron la cabeza por la esquina y ¡oh prodigio! Vieron una puertecita
que se estaba cerrando. Cuando trataron
de volver a abrirla, descubrieron que estaba firmemente cerrada con llave. Una de las hermanas gritó:
-¡Hermana,
trae la llave! Esta debe de ser la puerta.
Sin
pensarlo, una de las hermanas introdujo la llave en la cerradura y la hizo
girar. La cerradura chirrió y la puerta
se abrió, pero dentro estaba todo tan oscuro que no se veía nada.
-Hermana,
trae una vela.
Encendieron
una vela, contemplaron el interior de la estancia y las tres lanzaron un grito
al unísonos, pues dentro había un lodazal de sangre por el suelo estaban
diseminados los ennegrecidos huesos de unos cadáveres y en los rincones se
veían unas calaveras amontonadas cual si fueran pirámides de manzanas.
Volvieron a
cerrar la puerta de golpe, sacaron la llave de la cerradura y se apoyaron la
una contra la otra, jadeando y respirando afanosamente ¡Dios Mío! ¡Dios Mío!
La esposa
contempló la llave y vió que estaba manchada de sangre. Horrorizada, intentó limpiarla con la falda
de su vestido, pero la sangre no se iba
¡Oh no! –gritó
Cada una de
sus hermanas tomó la llavecita y trató de limpiarla pero no lo consiguió. La
esposa guardó la llavecita en el bolsillo y corrió a la cocina. Al llegar allí vió su vestido blanco manchado
de rojo desde el bolsillo hasta el dobladillo, pues la llave estaba llorando
lentamente gotas de sangre de color rojo oscuro.
Rápido,
dame un poco de crin de caballo, le ordenó a la cocinera.
Frotó la llave
pero no dejaba de sangrar con nada.
-¿Qué voy a
hacer? – gritó entre sollozos. Ya lo
sé. Esconderé la llavecita en el armario
de la ropa . Esto es una pesadilla todo
se arreglará.
El esposo
regresó al día siguiente y llamó a su esposa
-¿y bien?
¿Qué tal te ha ido en mi ausencia?
-Ha ido
todo muy bien, mi señor.
En tal caso
será mejor que me devuelvas las llaves.
Le bastó un vistazo para darse cuenta que faltaba la llave pequeña.
- ¿Dónde
está?
-La he
perdido. Sí la he perdido, salí a pasear
a caballo y se me cayó el llavero y debí perder la llave.
-¿Qué
hiciste con ella mujer?
-No… no..me
acuerdo.
-¡No me
mientas! ¡Dime qué hiciste con la llave
y la agarró por el cabello.
-¡Esposa
infiel! –gritó y la arrojó al suelo.
Abrió el
ropero y encontró la llavecita en el estante superior que estaba manando sangre
roja manchando todos los preciosos vestidos de seda que estaban guardados.
-¡Pues
ahora, te toca a ti! Y la trajo arrastras hasta el sótano.
-¡Por
favor! Te ruego que me permitas
serenarme para prepararme para mi muerte.
Dame un cuarto de hora antes de
quitarme la vida para que pueda quedar
en paz con Dios.
-Muy bien,
rezongó el esposo. Te doy un cuarto de
hora, pero procura estar preparada.
La esposa
corrió a su cámara del piso de arriba y pidió a sus hermanas que salieran a lo
alto de las murallas del castillo. Se
puso a rezar y a decir
-¡Hermanas,
hermanas! Veís venir a nuestros hermanos.
Las
hermanas luego de un rato contestaron:
-¡Sí, los
vemos! Nuestros hermanos están aquí y acaban de entrar al castillo.
Barba Azul
avanzó por el pasillo en dirección a la cámara de su esposa.
-¡Vengo a
buscarte!, rugió
Mientras
Barba Azul entraba pesadamente en la estancia con las manos extendidas para
agarrarla, los hermanos penetraron al galope en el castillo e irrumpieron en la
estancia. Desde allí obligaron a Barba
Azul a salir del parapeto, se acercaron a él con las espadas desenvainadas, empezaron
a dar tajos a diestro y siniestro, lo derribaron al suelo y al final, lo
mataron, dejando su sangre y sus despojos para los buitres.
~Cuento citado en “Mujeres que Danzan con Lobos” de
Clarissa Pinkola
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