La educación dirige al sujeto hacia el principio de realidad para que a través del mismo pueda aplazar la satisfacción de sus pulsiones, llevándolo a otros destinos (represión, sublimación, etc.) En este punto, Freud indica claramente: el niño o niña debe aprender a controlar sus exigencias instintivas, y la educación tiene un papel fundamental en este proceso. El niño o niña acepta la educación por amor, sobre todo hacia sus padres y madres, y esto debe ser tenido en cuenta y respetado. Este “amor” puede ser después transferido a otras personas, como profesores y profesoras, educadores y educadoras, y defensores y defensoras. Este tipo de educación toma una significación y un propósito, si viene junto con la noción de libertad. Vemos, entonces, una visión diferente del proceso “educativo”, el cual debe estar enfocado hacia el proceso de ingreso del niño o niña en la sociedad, implicando esto una elección de parte del niño o niña (aceptando el control de sus pulsiones) por amor, y con la idea de libertad.
Libertad que implica que el sujeto será el generador de posibilidades que le permitan la canalización de sus pulsiones legitimando así su introducción a la cultura.
Verónica Egas /Emilio Salao
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