“He propuesto la hipótesis de que el niño recién nacido experimenta, tanto en el proceso del nacimiento como en la adaptación a la situación postnatal, una ansiedad de naturaleza persecutoria. La explicación es que el bebé, sin poder captarlo intelectualmente, vive de modo inconsciente cada molestia como si le fuera infligida por fuerzas hostiles. Si se le brinda consuelo sin tardanza -en particular calor, la forma amorosa en que se lo sostiene y la gratificación de recibir alimento- surgen emociones más felices. El bebé siente que tal consuelo proviene de fuerzas bondadosas y, según mi opinión, ello hace posible la primera relación amorosa del niño con una persona o, como diría un analista, con un objeto. Mi hipótesis es que el bebé posee una percepción inconsciente innata de la existencia de la madre. Sabemos que los animales recurren a la madre en cuanto nacen y se acercan a ella para obtener alimento. El animal humano no difiere en este sentido y su conocimiento instintivo es la base para la relación primitiva del bebé con la madre. Asimismo, es dable observar que el bebé de unas pocas semanas ya levanta la mirada hacia el rostro de la madre, reconoce sus pasos, el toque de sus manos, el olor y el tacto de su pecho o de la mamadera que ella le da, todo lo cual sugiere que se ha establecido alguna relación, por primitiva que sea, con la madre.”
M. Klein en “Nuestro mundo adulto y sus raíces en la infancia” (1959).
Intrapsi Psicoanálisis
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