Un niño es un ser maravilloso y complejo, dotado de un
universo de capacidades, recursos, ideas y sentimientos. ¿Será que se puede
resumir toda esa complejidad del ser en una etiqueta psiquiátrica o diagnóstico
a partir de una serie de síntomas o conductas? La manera en cómo denominamos a
los niños y la manera en que los tratamos por causa de las etiquetas, genera
que se vean a sí mismos con un déficit, con algo que anhelar y de lo que carecen.
De alguna manera les quitamos la posibilidad de definirse a ellos mismos,
exponemos y proyectamos su fragilidad delante de todos y muchas veces sin tomar
en cuenta que esa es no sólo la fragilidad del pequeño(a), sino que lo es de su
familia y de la sociedad en la que está inserta. La mayoría de diagnósticos con
etiquetas llevan a los niños a encasillarse en vez de ayudarles a fortalecerse
y convertirse en seres plenos y felices,
capaces de reconocer sus fragilidades pero sobre todo sus grandes capacidades.
El término diagnóstico suele hacer referencia al
proceso de asignar a un individuo una enfermedad dentro de una categoría del sistema de clasificación de
patologías o enfermedades mentales o del desarrollo. Un sistema de
clasificación es una forma de describir un fenómeno de manera sistemática o a
través de estudios estadísticos. Estos sistemas describen categorías o
dimensiones de los problemas del comportamiento. El DSM (Manual de Diagnóstico Estadístico de
la Salud Mental) es el sistema de clasificación más utilizado en Estados
Unidos. También se usa el CIE desarrollado por la Organización Mundial de la
Salud. Hay algunos autores que sostienen
que el DSM IV promueve un modelo de enfermedad que hace hincapié en el origen y
tratamientos biológicos y da poco valor a los factores ambientales, afectivos y
de contexto cultural (Resnick, 1993).
Por otro lado, un diagnóstico bien realizado puede
proporcionarnos información valiosa. Qué tipo de trastorno padece el niño, el
posible origen del mismo, el curso evolutivo
que se espera, el tipo de tratamiento que se propone, así como la respuesta al mismo. Algunos científicos nos dicen “La meta ha sido
desde un inicio la categorización de los trastornos y no de las personas”
(Rutter y Gould 1985) Sin embargo, existen muchas críticas hacia los manuales
de clasificación de trastornos, porque se enfocan en aspectos netamente
conductuales o sintomáticos y no incluye aspectos emocionales, sociales y de
historia de vida del paciente.
Primero el Diagnóstico ¿y ahora?
En
los últimos años han surgido diversas organizaciones Anti DSM (Manual de
Diagnóstico Estadístico de los trastornos Mentales) y se logró que once mil
profesionales de todo el mundo firmaran un documento en el que piden a la
asociación de Estados Unidos que no ponga en marcha el manual. "Cada
actualización presenta más trastornos y así se medicaliza cada vez a más
personas", afirma La Organización Mundial de la Salud (OMS), sugiriendo
además revisar ciertos criterios diagnósticos como el TDH (trastorno de déficit
de atención por hiperactividad), y la utilización de un abordaje
interdisciplinario y actualización de los médicos generales, neurólogos, psicólogos,
así como de los psiquiatras. (Diario Mirada al Sur, Argentina)
Las pastillas psiquiátricas
son sustancias que actúan directamente sobre el sistema nervioso por lo que se
requiere una gran seriedad y sentido de responsabilidad para su indicación y
utilización. En salud mental, las pastillas alivian síntomas, pero no curan
enfermedades. Son elementos químicos que nos ayudan a equilibrar o a suplir
cierta falta a nivel orgánico, como una especie de bastón. En el caso de niños,
medicar con pastillas psiquiátricas es algo muy delicado y puede ser en algunos
casos contraproducente. Es necesario conocer las alternativas, los beneficios
del tratamiento, inicio y fin del mismo. Los padres responsables deben estudiar
detenidamente los efectos colaterales de dichos medicamentos y buscar un
diagnóstico interdisciplinario en dónde el psicólogo clínico especializado en
niños ayude a analizar los aspectos emocionales, historiales familiares y
sociales para luego evaluar si una medicación es inminentemente necesaria.
Es
también importante recordar que el sistema nervioso de un niño está aún en
proceso de desarrollo, esto es algo que debe tomarse en cuenta, por lo que no
se puede realizar un diagnóstico en salud mental o desarrollo integral hasta
aproximadamente los 5 años de edad (puede hacerse una presunción diagnóstica;
es decir, se presume un diagnóstico pero no se asume del todo). Solamente en los casos de problemas
neurológicos de origen netamente biológico se pueden hacer diagnósticos por
médicos especialistas.
El Tratamiento
Detengámonos un momento a pensar, el incremento de
niños con dificultades emocionales y del desarrollo son alarmantes y cada vez se
presentan en niños más pequeños y estos son los casos que son motivo de
preocupación en los nidos y que llegan a los consultorios. La pregunta es ¿por qué? Porque el niño se enferma como expresión de
un malestar familiar, pero también de un malestar social y esto se encuentra
relacionado con el contexto económico, cultural e inclusive histórico tan
complejo en el que nos encontramos. La ley del libre mercado, las largas jornadas
laborales, el mundo globalizado y la tecnología todos esos aspectos influencian
sobre manera a la hora de ser mamás y papás, los valores se van perdiendo y lo
que se exige es que el individuo rinda y cumpla con su cuota de generar
ingresos la cual cada vez debe ser mayor, y es la persona la que “debe”
adaptarse a todas las demandas de las empresas, de la sociedad. No existe un enfoque humanista dónde el eje
sea la persona, su bienestar, y todo
esto favorece el individualismo, los
sentimientos de vacío, el deterioro de vínculos, los niños están solos en casa,
o al cuidado de otra persona que no es su padre o su madre o con la televisión
y videojuegos, y es esto lo que genera cada vez más problemas de salud mental y
del desarrollo en los niños, familias, inclusive los adultos. Se ha ganado mucho terreno ahora que las mujeres
trabajamos, pero es importante tomar en cuenta como le digo a las mamás en
terapia que una mujer que está sola y trabaja no tiene mayor problema pero una
mujer que es madre y esposa y trabaja tiene que evaluar sus prioridades y estar
al tanto que un niño pequeño tiene
ciertas demandas afectivas y de cuidado que no pueden pasarse por alto y dentro
de las cuales están la presencia y protección, para los padres también es
importante la reflexión para generar cambios a nivel familiar y de relación y
que todos busquemos generar cambios a
nivel social siempre basados en el equilibrio y en favorecer que el eje o centro de la misma sea la persona.
Una de las opciones
terapeúticas que considero muy útil es la psicoterapia vincular-familiar
psicoanalítica. Esta terapia trabaja a partir del desarrollo afectivo y el
fortalecimiento de los vínculos. Busca que los padres desarrollen los
recursos parentales básicos para
cumplir las funciones propias de su rol de adulto cuidador a través del juego, la palabra y el
arte. El niño y los padres a través de las intervenciones de la terapeuta,
empiezan a entender qué les pasa, empiezan a expresarlo y se generan cambios en
los vínculos y lazos familiares. Con esto los padres encuentran su propia
manera de ser papás, evitando repetir patrones del pasado o actuando sin
pensar, tienen la oportunidad de re-pensar en su hijo con mayor empatía y
además generan el espacio mental para que su niño o niña se sienta acogido y
sostenido.
Este proceso es curativo, alivia y no
requiere de tantos diagnósticos ni tantas etiquetas, tan sólo empezar a
comprenderse más, ser más empáticos, aprender a jugar, a hacer cambios, a
darnos cuenta que los niños tienen ideas y sentimientos propios y que al ser
pequeños(as) necesitan mucho cuidado y protección.
Para terminar esta nota me gustaría decir
que sí existen tratamientos que pueden aliviar al niño y devolverle la
posibilidad de un desarrollo integral y afectivo sano. Como padres
es nuestro deber buscar con perseverancia esas maneras hasta lograr que nuestro
niño y toda la familia se sienta bien. Para lograrlo se necesita un trabajo
sostenido, mucha intuición y apoyo profesional competente cuando sea necesario.
Cómo padres que buscan un diagnóstico o tratamiento para su pequeño(a) es
importante que hagan todas las preguntas que crean necesarias hasta que sientan
que están satisfechos y si no logran esa satisfacción busquen otras
alternativas o profesionales de la salud mental. Algo importante es que todo trabajo con niños
pequeños involucra de manera cercana y contínua a los padres y es importante
solicitar estos espacios dentro del tratamiento. Con esfuerzo y
perseverancia muchas cosas se pueden lograr sin dejar de lado el respeto a la
individualidad, el afecto y la comprensión de lo que cada comportamiento o
síntoma expresa, que no es otra cosa que la expresión de un malestar familiar.
Cuando la familia es capaz de asumir esa responsabilidad todo cambia, todo
mejora, se sale del terreno de lo confuso y lo doloroso para pasar a un espacio
de plenitud y libertad.
"La insistencia en el psicoanálisis tiene pues, una razón de ser: la preservación y la defensa del campo de la subjetividad. Precisamente porque la clínica psicoanalítica no es una práctica reglamentada sino que su acción se atiene a la singularidad del caso por caso... una tratamiento basado en principios antes que estándares" (Nueva Escuela Lacaniana Psicoanalítica del Perú)
*Artículo elaborado para la Guía Aló Bebé - Agosto 2012
*Artículo elaborado para la Guía Aló Bebé - Agosto 2012
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