
Dejemos ya de proyectar todo para afuera, el exterior es sólo un reflejo de la herida interior, sino culpo al otro de lo que a mi me pasa no me hago responsable de lo que tengo que sanar en mí, de lo que tengo que mirar. Pues mirar duele, si reconocer los errores y la perversión que me habita también, el sadismo y/o masoquismo, nada en esencia es puro, ambos pueden cohabitar en uno también en diferentes formas, el masoquista también es perverso y tiene algo de sádico y al revés; pero es el único camino que hay para sanarse. Reconocerla y abrazarla en uno. Cuando no asumo una responsabilidad de algo que dije o hice, cuando no hablo de algo que me incomoda, cuando me cuesta ubicarme como mujer madura u hombre maduro. Cuando evito afrontar algo y evado. Cuando no me hago responsable de que mi acción tiene un efecto en el otro y visceversa, seamos conscientes que todo el tiempo estamos tejiendo un vínculo con uno mismo y con el otro y que en ese tejer se pueden hacer nudos y que podemos dañarnos o dañar a otro. Cuando uno es niño o niña uno es víctima de la perversión por parte de los adultos, una vez que uno crece desde el presente es responsable y depende de cuan consciente es de su herida y del rol en que se ubica en la situación, en la trama o el drama, puedo hacerme responsable pero me ubico en el rol de víctima y le transfiero al otro la responsabilidad de dañarme, cuando el que se está dañando es uno mismo. Esto es muy frecuente en la perversión cuando uno es adulto y es parte de todos nosotros, afrontémoslo de una vez. Dejemos de negar que todos tenemos algo de oscuridad en lo profundo del ser, busquemos transformarla y sanar y evitemos volcar la herida en otros, si uno tiene una herida que no asume, que no mira, irremediablemente la vuelca a las personas que están a su alrededor. Reconozcamos nuestra sombra con coraje, ya es momento.
¡Mucha Luz!, Adriana